NIKOLA TESLA


  La Figura de Nicola Tesla fue tan intrincada y compleja como sus inventos. Muchos de sus estudios y planteamientos no pueden entenderse sin conocer su historia, su personalidad y trastornos, sus viajes, su época y a sus coetáneos. Casi cualquier texto documentado que se ha escrito sobre Tesla destaca el olvido tan injusto que sufrió en la vida y la falta de reconocimiento que recibe aun hoy por la mayoría de sus inventos, incluso de los cientos que le son reconocidos en sus patentes. Este olvido es todavía mayor si lo decimos en español. Apenas hay literatura en este idioma que dé a conocer al investigador que más ha influido en el desarrollo de la tecnología moderna. La historia de Tesla trata de una fascinante transformación, y de cómo el mundo pasó a sustentarse en la tecnología. Enseña como el empeño y los sueños pueden llevar la voluntad humana más allá de los contratiempos y de las desgracias y sobre todo es una lección de como muchos grandes avances de los que disfrutamos hoy, casi sin apreciarlos, surgen de un pequeño número de mentes geniales, curiosas, sacrificadas y trabajadoras –muchas veces diferentes- que las sociedades, lejos de olvidar, deben cuidar como regalos valiosos que, de vez en cuando, dan un buen impulso a nuestro avance como civilización. Una reciente exposición sobre los inventos de Nikola Tesla se refería a él como “el genio que iluminó el mundo”. Es cierto: a él le debemos que una habitación a oscuras se llene de luz con solo con pulsar un interruptor, aunque se encuentre a cientos de kilómetros de donde se produce la electricidad. Genio asombroso, visionario e inteligente como pocos, Tesla fue sin embargo un personaje misterioso, oscuro y controvertido.

A lo largo de su vida como inventor hizo posible ingenios tales como las transmisiones inalámbricas que dieron lugar a la radio, las bobinas para el generador eléctrico de corriente alterna, motor eléctrico de inducción, el alternador, el control remoto…. Aunque pocos de estos ingenios son reconocidos como suyos por el público, sus inventos prácticos y funcionales son los cimientos de las civilizaciones tecnológicamente avanzadas de una manera tan decisiva que de Tesla se ha llegado a decir que fue “el inventor del siglo xx” Sin embargo, la personalidad de Tesla, cándida y llena de ideales, obsesiones y trastornos –la misma genialidad que impulsaba su enorme talento y su inagotable capacidad de trabajo-, propicio que otros se aprovecharan de sus esfuerzo y le privo de obtener beneficio de sus creaciones hasta el punto de acabar arruinado y viviendo de créditos que era incapaz de pagar. Hoy muchos de quienes se interesan por la figura de Tesla descubren como fue robado y maltratado por supuestos respetables de la época – como Edison, Westinghouse o J.P. Morgan- y hacen suya la frase “ a Tesla le robaron “, para reivindicar un mayor reconocimiento a sus figura. Esta frase puede leerse hoy en camisetas, pintadas, firmas de internet e incluso aparecía escrita en una pizarra de la popular ser de televisión House. La época más productiva de Tesla –y dolorosa en varios aspectos- comenzó en 1884 cuando, después de estudiar ingeniería mecánica e y eléctrica en Austria y Física en Checoslovaquia y de trabajar en varias compañías eléctricas y telefónicas de Europa, llego a Nueva York. Tenía veintiocho años, unos pocos centavos y una carta de recomendación para Thomas Edison escrita por uno de sus socios que decía: “Querido Edison: conozco a dos grandes hombres y usted es uno de ellos. El otro es este joven”. Edison contrato a Tesla con el fin de que mejorara los diseños de sus generados de corriente continua, que era el sistema eléctrico que estaba comenzando a utilizarse de forma general para iluminar Nueva York y otras ciudades de país. Pero en aquella época Tesla estaba más interesado en el estudio de la corriente alternar, algo que Edison veía como competencia a sus instalaciones de la corriente continua. Durante el tiempo que trabajó para Edison, Tesla le proporciono diversas y lucrativas nuevas patentes. Cuando Tesla alcanzo sus objetivos, Edison se negó a pagarle la recompensa prometida de cincuenta mil dólares legando que aquello había sido “una broma americana”. Peor aún, se negó a subirle el sueldo a veinticinco dólares d a la semana, lo que hizo que Tesla dimitiera, disgustado y decepcionado por el que hasta entonces había sido su héroe. En 1887 la Western Union Company le proporciono fondos con los que pudo dedicarse a investigar y trabajar en el desarrollo de los componentes necesarios para generar y transportar corriente alterna a largas distancias. Esta tecnología es básicamente la misma que se utiliza hoy en todo el mundo. Entre estos desarrollos se encontraban las bobinas y el motor de inducción, presentes de forma masiva en la tecnología actual. En aquellos años George Westinghouse, inventor de los frenos de aire para los trenes y propietario de The Westinghouse Corporation, le compro a Tesla sus patentes para la manipulación de la energía eléctrica y le ofreció además el pago de royalties por la explotación de la energía eléctrica que se generase con sus inventos. Esto supuso un respiro económico para Tesla, quien pudo dedicarse al desarrollo de otros inventos en su propio laboratorio. La comercialización de la corriente alterna basada en los trabajos de Tesla fue el inicio de la “guerra de las corrientes” con Edison. Edison defendía el uso de su corriente continua “el estándar entonces en EEUU” mientras que Tesla defendía las ventajas de la corriente alterna, que fue la que finalmente se impuso y la que está hoy en los enchufes de todo el mundo. Durante la “guerra de las corriente” por el monopolio de la distribución de la electricidad, Edison se encargo de desprestigiar la corriente alterna - conforme se iba imponiendo sus uso-, argumentando que era peligrosa. Edison lo demostraba electrocutando públicamente perros, caballos y otros animales. De hecho fue Edison quien en 1903 propuso que la mejor forma de matar a la elefanta Topsy – que había causado la muerte de tres pernas- era una fuerte descarga de la corriente alterna. Hoy muchos consideran que Edison fue el verdadero inventor de la silla eléctrica. En 1887 Westinghouse fue contratado para construir una central eléctrica en las cataratas de Niágara, donde se aplico la tecnología de producción y transporte de la electricidad alterna desarrollada por Tesla. Allí hoy se erige un monumento en honor de Tesla, en el lado canadiense de la construcción. Pero debido al coste económico que había supuesto para Westinghouse la carrera tecnológica a favor de la corriente alterna, le pidió a Tesla que renunciase a recibir los crecientes royalties a los que tenía derecho por la generación de la electricidad. En un gesto magnánimo y torpe, Tesla accedió y rompió el contrato que le unía a Westinghouse como agradecimiento a quien le había apoyado tras el fiasco de Edison. Desde ese momento los problemas económicos de Tesla se convertirían en una constante durante el resto de su vida. Aquella aun no sería la última vez en que Tesla vería como otro se beneficiaba de su trabajo. En 1909 Marconi recibía el premio Nobel por el invento de la radio. El aparato con el que Marconi trasmitió la primera señal de radio que cruzo el océano Atlántico en 1901 utilizaba hasta diecisiete patentes de la propiedad de Tesla, quien ya llevaba varios años probando la emisión y recepción de señales de radio y quien reclamo los derecho de la patente. No fue hasta 1043, ya muerto Tesla, cuando la Corte Suprema de EEUU reconoció la prioridad de Tesla sobre la patente de la radio, la cual hoy mantiene. Aunque el debate pervive, ya que no está claro si ese gesto pudo estar destinado más bien a evitar la demanda que Marconi había iniciado contra el Gobierno de EEUU por utilizar su radio durante la guerra. En 1989 el grupo de música “Tesla” dedico la canción The Great Radio Controversy a esta polémica. En los años siguientes, Tesla se concentraría en la experimentación, especialmente en el campo de las ondas de radio y de las altas frecuencias.

El trabajo con altas frecuencias permitió a Tesla desarrollar algunas de las primeras lámparas fluorescentes de neón. Por aquel entonces tomo también la primera fotografía en rayos X. Pero estos inventos palidecían en comparación con lo que descubrió en noviembre de 1890, cuando consiguió iluminar un tubo de vacio sin cables, haciéndole llegar la energía a tras del aire. Este fue el comienzo de la gran obsesión de Tesla: la transmisión inalámbrica de energía. La transmisión inalámbrica de energía, de forma funcional y práctica, es una de las grandes asignaturas pendientes de la tecnología moderna. Aun hoy es investigada por numerosos científicos, que en los últimos años han presentado tímidos avances.

 

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